El niño, de Jules Vallès

Principio de El niño (trilogía de Jacques Vingtras 1), de Jules Vallès


1. Mi madre

 
¿Fui criado por mi madre? ¿Fue una campesina la que me amamantó? Lo ignoro. Cualquiera que fuese el pecho que mordí, no recuerdo una sola caricia del tiempo en que era muy niño; no fui mimado, ni besuqueado, ni festejado; me azotaron de lo lindo.
Mi madre dice que no debe mimarse a los niños y me pega todas las mañanas; cuando no tiene tiempo por la mañana, lo hace a mediodía, raras veces más tarde de las cuatro.
Mademoiselle Balandreau me pone sebo en las partes golpeadas.
Es una buena solterona de cincuenta años. Vive debajo de nosotros. Al principio, eso la satisfacía: como no tiene reloj, así podía saber la hora. “¡Plin! ¡Plan! ¡Pon! ¡Pon! Ya están azotando al chiquillo; es la hora de preparar mi café con leche.”
Pero cierto día en que me había levantado los faldones, porque me escocía demasiado, y estaba tomando el aire entre dos puertas, me vio; mi trasero despertó su compasión.
Primero quiso mostrárselo a todo el mundo, congregar a su alrededor a los vecinos; luego pensó que no era aquél el modo de salvarlo e ideó otra cosa.
Cuando oye que mi madre me dice:
—Jacques, voy a azotarte.
—Madame Vingtras, no se moleste, yo lo haré en su lugar.
—¡Oh, querida, qué amable es usted!
Mademoiselle Balandreau me lleva consigo; pero, en vez de azotarme, golpea sus manos; yo grito. Mi madre, por la noche, da las gracias a la sustituta.
—Estoy a su disposición —contesta la buena mujer, dándome un caramelo a hurtadillas.
Mi primer recuerdo data, pues, de una azotaina. El segundo está lleno de asombro y de lágrimas.
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